La obsesión de Steven por la belleza en todas sus formas se remonta a su infancia. Mucho antes de ser fotógrafo, empezó a crear todo un mundo de referencias visuales que le servirían para dar a conocer su enfoque único. Al criarse en el Nueva York de los años 60 y 70, siempre fue muy consciente de las revoluciones estilísticas que se producían en la moda, la música y el arte. Era la época de Warhol y The Factory, repleto de acontecimientos; era el momento de coger una cámara o sacar una Polaroid. Steven solía saltarse las clases para descubrir y fotografiar a modelos por la calle.
Steven es un fotógrafo de moda único. Domina cada parte del proceso, desde la peluquería y el maquillaje hasta el estilismo. Es como si supiera exactamente qué va a pasar antes de empezar la sesión. Todo es creación de Steven. Nadie fotografía como él; hay quien toca un instrumento y después tiene una banda de acompañamiento. Steven es la orquesta completa. Las extraordinarias imágenes fruto de este proceso son la adaptación al celuloide de las visiones que rondaban en su cabeza desde niño.